Es curioso cómo un pequeño pedazo de resina epóxica puede hacerte sonreir. Este día salí por unas diligencias, por la emergencia sanitaria trato de salir solo una o dos veces al mes, resulta que pasé cerca de una conocida tienda de componentes electrónicos, y no pude evitar comprar unos pocos (según mi esposa, tengo la maña de comprar cosas que no utilizo, yo difiero educadamente). Una de las tareas del docente es la investigación y desarrollo de proyectos para su práctica educativa, por lo menos en mi área (informática) comprar componentes electrónicos es una alegría y necesidad. Para el proyecto que tengo en mente estos días, necesitaba un chip un poco antiguo, realmente dudaba que lo tuvieran, para mi suerte habían unos pocos en existencia, en ese momento la changa dijo matanga y los compré todos (perdona amor, debía hacerlo).
Ya en casa, me dispuse a revisar brevemente mi nueva adquisición, la sorpresa fue grata al encontrar un pedacito de historia de El Salvador, sin saberlo ni pretenderlo había conseguido unos sobrevivientes de la guerra civil, estos chips fueron hechos acá, en las fábricas de Texas Instruments de la colonia Santa Lucía. Fué mi padre (ingeniero eléctrico de profesión) quien hace muchos años me contó la historia de esa empresa, cómo acá en el país se fabricaban componentes de excelente calidad a pesar de las apariencias, en pleno apogeo del desarrollo de calculadoras de bolsillo y las primeras computadoras personales, de cómo el país fue pionero regional en tecnología y del triste desenlace de la empresa debido a la guerra civil, muy buen tema para debatir en Estudios Sociales.


Todo esto me desbloqueó un recuerdo sobre una capacitación técnica hace poco menos de una década, nos comentaba el ingeniero que a inicios de los 2000, una delegación taiwanesa vino al país para estudiar la factibilidad de fundar maquilas de microprocesadores (tal como Texas Instruments en los 70s), todo era favorable excepto por un detalle: el capital humano, dijeron los delegados que los técnicos salvadoreños ya no tenían la capacidad técnica para poder ser contratados en dicha fábrica, y capacitarlos para el puesto tomaría demasiado tiempo y dinero, por lo que dicho proyecto no pudo concretarse. Es una pena darse cuenta cómo el nivel educativo y técnico del país se atrasó tanto, cómo el cierre de una sola empresa nos afectó tanto, pensar que si Texas Instruments nunca se hubiera ido, nuestro país fuera tan diferente en tantos aspectos.
Puede comentar alguien: «Pero actualmente tenemos maquilas de componentes electrónicos como AVX», y tienen razón, pero no fabricamos circuitos integrados (al menos no cuando trabajé un tiempo ahí), su rubro son componentes pasivos como condensadores, fabricar circuitos integrados requiere mayor tecnología y capacidad técnica que el país ya no posee. Se cuentan con las manos los ingenieros que actualmente podrían trabajar en una de esas maquilas, por mencionar uno al Ingeniero Rafael Ibarra (quien de hecho fue parte del plantel de Texas Instruments en su momento).
Como docente, es todo un reto elevar nuevamente la calidad educativa y técnica de mis estudiantes para que, tal vez en un futuro, empresas de tecnología vuelvan al país, aunque con las circunstancias actuales parece un sueño lejano.
Texas Instruments: Made in El Salvador por Lito Ibarra
Muchas gracias, Profesor Herrera, por la mención de Texas Instruments en El Salvador, la entrada en mi blog, y mi persona. Si algún día necesita más circuitos integrados hechos en El Salvador por TI, podemos ver si tengo algunos, por supuesto sin saber si han soportado el paso del tiempo.
Saludos,
Lito Ibarra
Muy bella nota, realmente he disfrutado está lectura, yo supe de esta empresa ya que mi madre tuvo el privilegio de trabajar ahí, es una verdaderamente lástima que se hayan retirado.
Gracias tan bonito informe.